sábado, 12 de febrero de 2011

DON LUIS GONZÁLEZ METOLA


A las once de la mañana de hoy, el Obispo de Jerez, ha presidido en Santa Ana el funeral con el que se ha despedido a Don Luis González Metola. Este sacerdote, riojano, de Santo Domingo de la Calzada, que de sus 88 años ha dedicado casi 65 a su vida de sacerdote ( fue ordenado el día 15 de Junio de 1946 ) ha dedicado toda su vida a apoyar a las Parroquias por las que ha transitado. Sus dotes para el canto y el órgano que le acompañaba animaban su disposición para alentar a los fieles a cantar en las distintas celebraciones litúrgicas " El que canta, ora dos veces ", solía decir. Su trato exquisitamente humano y su amor por su ministerio sacerdotal y en especial por el Sacramento de la Penitencia, hacía que su confesionario estuviera siempre ocupado por quienes a el acudían para poner su alma en bien con Dios. Ha estado confesando podríamos decir hasta el final de sus días.
En Santa Ana, se hizo muy devoto de la Virgen Santísima a la que amaba profundamente, en su advocación de La Candelaria y a "Mi Jesús de las Misericordias". Decía: que más puedo pedir que al final de mi vida tenerlo tan cerca y además en esa advocación misericordiosa que es la que me da la tranquilidad de que cuando llegue mi final se va a apiadar de mi y me va a llevar con El. En esta parroquia se involucró y apoyo en sus quehaceres litúrgicos a Don José Luis Repetto, al Padre Ventura, A Don Antonio Bernal, a Don José Paloma, a José Manuel Guzmán y ahora no se exactamente si lo pudo hacer a Don Luis Salado de la Riva.
Vivió en el barrio de La Plata, acompañado de sus dos hermanas hasta que estas fallecieron y ahora lo hacía en soledad. Cada tarde, se acercaba hasta la Parroquia apoyado en su bastón. Se sentaba en uno de los bancos de la plaza a esperar que abrieran la Iglesia y cuando esto sucedía se iba hasta el primer banco de la Parroquia, allí junto al Sagrario y rezaba el Santo Rosario y escuchaba la Santa Misa.
Quería muchísimo a la Hermandad Sacramental de la Candelaria y lo demostró sobradamente en multitud de ocasiones y de manera generosa.
Hoy ya estará gozando de la vida eterna. Le deseo, no que descanse en paz, sino que la disfrute, porque se lo ganó a pulso y así se merece que sea.

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